Siguiendo nuestro caminar y sin desviar un paso de nuestro cometido, conocer el señorío, llegamos a uno de los pueblos más importantes de la comarca, Corduente. Pero Corduente no está sólo, su término municipal, uno de los más extensos del señorío, lo comparte con otros municipios anexos y que son los siguientes: Aragoncillo, Canales de Molina, Cuevas Labradas, Lebrancón, Torete y Ventosa.
CORDUENTE
Para empezar, Corduente y toda su extensión territorial, 235,92 km2, es un municipio enclavado en la sexma del sabinar, a una distancia de la capital de la provincia de 135 km, llegando a él por la carretera Nacional 211 que transcurre entre Alcolea del Pinar y Molina. Se encuentra a 1.058 metros sobre el nivel del mar y posee en la actualidad una población de derecho de 425 habitantes, incluyendo en ellos, los pocos que se encuentran repartidos por los pueblos anexos que integran su término municipal. Dirige su Ayuntamiento y el destino de sus gentes D. Fernando Miguel Madrid, alcalde de estas tierras.
Corduente surgió, como casi todos los demás pueblos del señorío, allá por el siglo XII, durante la repoblación llevada a cabo en estas tierras por la familia Lara, señores de Molina, perteneciendo desde siempre a la común. En 1.642, Jorge De Vande, industrial de origen luxemburgués, creó aquí, a las órdenes del Conde Duque de Olivares, una fábrica de artillería, en la que se fundían las balas y bombas que abastecían a las tropas destinadas en Cataluña, durante la revuelta en contra de la política de unificación del valido del Rey Felipe IV. El día 29 de junio de 1642 y con motivo de la inauguración de dicha fábrica, el Rey Felipe IV visitó la misma y quedó tan impresionado por el paisaje y por el sabor de las truchas del Río Gallo que permaneció en Molina hasta el día 21 de julio, y mientras duró la guerra, no comió otras truchas que no fueran las pescadas en este río. La fábrica se mantuvo en funcionamiento hasta el año 1672.
Su economía, aparte de la fábrica de armas antes mencionada y que desapareció hace ya bastante tiempo, se ha basado siempre en su fértil vega, con un gran número de huertas, nacidas a orillas del Río Gallo, y grandes campos de cereal facilitados por la llanura de su terreno. Hoy, la despoblación de la zona y los cambios de hábitos en la población, hacen que pocos persistan en la labor de cultivar sus campos y desarrollar su agricultura, intentando compaginar su devaluada agricultura con el naciente turismo que llega a esta tierra y que poco a poco, la está dando a conocer fuera de la comarca.
Dentro de su casco urbano pocos edificios son de destacar, si acaso su plaza mayor que es un ensanchamiento de su calle principal o calle mayor que atraviesa el pueblo de parte a parte, con el edificio del Ayuntamiento y de la iglesia parroquial. Una fuente pública y troncos de olmos decoran esta amplia plaza. El Ayuntamiento de fachada aportalada con arcos es el edificio civil más destacable del municipio y en él se encuentra el bar del Centro Social, donde fielmente se acude a echar la partida. A la Iglesia parroquial, ubicada también en la misma plaza, se accede por una escalinata de sillería. De la misma destacar su portada con arco de medio punto y su torre orientada a poniente. Escaso bagaje artístico que tampoco se completa con su interior, donde no existe talla o detalle alguno que merezca destacarse.
De sus alrededores destacar el enclave de Santiuste, con su castillo, hoy de propiedad particular, restaurado por sus actuales dueños. Este enclave perteneció siempre al común de Molina hasta que D. Juan Ruiz de Molina o de los Quemadales, el “caballero viejo” lo adquirió y pidió permiso al rey Juan II para edificar en él su castillo, de planta cuadrada, con cuatro torres y con puerta en forma de arco de medio punto y el escudo de los Ruiz de Molina, en su frontal. Destacables son igualmente los bellos paseos que se pueden dar por los alrededores del pueblo, rodeados de huertas, campos de cereal y una densa arboleda compuesta por nogales, moreras y extensos pinares. También son destacables dos enclaves que se encuentran dentro de su territorio y que son mudos testigos de la densa población que en otros tiempos existió a las orillas del Gallo, son los Caseríos de Cañizares y de Castellote. Del primero de ellos decir que perteneció al Cabildo eclesiástico de Molina y que hoy sólo quedan unas pocas ruinas de su iglesia. Del segundo de ellos quedan escasos restos.
En Corduente se celebra la festividad de la virgen de septiembre, por lo que sus fiestas tienen lugar en la segunda semana de dicho mes.
Aragoncillo
Situado al norte del término municipal de Corduente, y perteneciente también a la sexma del sabinar, Aragoncillo es un pueblo situado a una altitud de 1.267 m. sobre el nivel del mar y al margen derecho de la carretera que va de Molina a Alcolea, aunque fuera de la vista de los transeúntes que por ella circulan, ya que se encuentra oculto tras una loma, aunque si se observa claramente en la lejanía su cerro de la señorita. Tiene censados en la actualidad 28 habitantes de derecho y se distancia de la capital de la provincia en 119 km. En este pueblo se produce un curioso fenómeno meteorológico denominado el efecto Foing, cuyo efecto impide que los frentes de lluvia que entran por el oeste de la península lleguen con fuerza a toda la comarca, ya que suelen quedarse allí, en las montañas de Aragoncillo, que actúan de barrera.
Su origen se remonta a la repoblación y destacar de su historia que en él se instaló el monasterio de Alcallech del que hoy solo quedan escasos restos en el barranco de las monjas.
Dicen las pocas personas que en él habitan que en un pasado el pueblo era rico en minerales de cinabrio, plomo y mineral de hierro, y hábiles sus gentes en el encurtido de pieles de cabra con la que confeccionaban unos calzones y chalecos color marrón que les dio fama en la comarca.
Dentro del pueblo destaca su iglesia de origen medieval y con posteriores incorporaciones artísticas de escaso valor, aspecto sencillo y sin ningún dato ni objeto relevante en su interior. Un pairón en la entrada al mismo, su fuente de piedra artificial y algunas casonas de estilo molinés es su escaso bagaje artístico.
Aragoncillo celebra sus fiestas en agosto en honor al patrón del pueblo: San Bartolomé.
Canales de Molina
También al norte del territorio ocupado por este municipio nos encontramos con Canales de Molina, pueblo situado igualmente al margen derecho de la Carretera Nacional 211, según discurre de Molina a Alcolea. Su situación elevada hace que pase desapercibido a la vista de los transeúntes que por la carretera circulan. Una fuente de abundante manar nos da la bienvenida al pueblo, hoy escondida entre la maleza existente al borde de la carretera. Su censo de poblaciones de 60 habitantes, su altitud alcanza los 1.158 m y se distancia de Guadalajara en 124 km.
De su tierra destacar lo pedregoso del terreno que la hace improductiva para el trabajo agrícola, y donde abunda las hierbas aromáticas (tomillo, lavanda, poleo…), aliagas y sabinas.
Este municipio de Canales perteneció siempre al común molinés y sus gentes basaron siempre su pobre economía en la ganadería y en la explotación forestal.
De su reducido casco urbano, destacar su iglesia parroquial de sencilla construcción y con pequeños retablos de estilo barroco popular en su interior y su torre campanario rematada con bolones y pequeños monolitos de forma piramidal que la hacen singular.
En sus alrededores destaca la existencia de notables ruinas de antiguas torres vigías o atalayas, que las gentes del pueblo llaman “Los Castillos”, construidas en época de la reconquista para defender la capital, Molina, de las posibles incursiones provenientes del vecino reino de Aragón.
Pero si algo es destacable en este pueblo es la existencia de la denominada Peña escrita o Peña del Moro, como la denominan los lugareños. Su difícil situación y localización, en un espeso pinar, denominado el arroyo de Valdecanales, hace que solo con la ayuda de un experto guía del lugar se pueda acceder a ella para ser visitada, y su ubicación en alto hace asimismo de difícil observación a no ser que se pudiera mirar desde el aire. Se trata de una roca plana saliente en forma de visera o cobertizo cuya superficie está cubierta de abundantes signos jeroglíficos y figuran humanas a las que hoy en día nadie les da una explicación. Dice la leyenda que en aquel lugar estuvo escondida una mora, mitad mujer, mitad serpiente, que salía de su refugio un solo día año, el día de san Juan, y que se entretenía dibujando extraños signos. Otras interpretaciones más realistas y modernas parece que otorgan a estos grabados un origen neolítico o celtíbero o incluso se les otorga el valor de simple entretenimiento de pastores.
En canales se celebra como fiesta mayor el día de San Antonio, trasladada al mes de agosto desde el 26 de Junio, para mejor regocijo de los que de fueran vienen.
Cuevas Labradas
Cerca de la desembocadura del río Gallo en el Tajo, al margen izquierdo del Gallo, nos encontramos con el pequeño municipio de Cuevas Labradas. Ubicado sobre un otero al que se asciende trabajosamente por prolongadas curvas y contra curvas y rodeado de frondosa vegetación y pintorescos valles y cortados. Esta aldea situada a 1.054 metros sobre el nivel del mar, a una distancia de 152 km y con una población de derecho de 12 habitantes, se ubica al Suroeste del basto territorio ocupado por el municipio de Corduente.
Cuevas labradas es típico pueblo serrano, humilde y pacífico, donde domina el silencio. Dentro de su casco urbano destaca la torre del Reloj en lo alto de unas peñas, su calle Real y su fuente pública construida en el año 1909 y el frontón de pelota, desde el que se observa unas bellas vistas de su territorio: los cerros mirones al sur, la falda del Cornero al oeste (cerro más alto del término); el puntal de la Hoya y el Picón del Águila.
En Cuevas Labradas destaca la calidad de su miel producida en numerosas colmenas que allí se encuentran y como anécdota la aparición de su nombre en la obra de Tirso de Molina “El Colmenero divino” quien parece ser que debió ser un gran conocedor de esta zona.
De su iglesia, dedicada a la Asunción de la Virgen María, destacar su torre espadaña de forma triangular orientada a poniente, la buena clavetería en su puerta y la existencia de artesonados en la nave y en el presbiterio, ambos separados por un arco y algún retablo con buenas pinturas, con reminiscencias románicas.
De su entorno paisajístico destaca el paraje de los “Estrechos”, por cuya garganta baja el Río Gallo, rodeado de pequeñas y fecundas huertas.
Cuevas Labradas celebra las festividades de la Candelaria y San Esteban, una en invierno y otra en verano, unidas ambas para celebrarlas durante el mes de Agosto.
Lebrancón
Este municipio, del que poca o ninguna información aparece en la red, está situado al sur del término municipal de Corduente. Tiene un censo de población cercano a los 20 habitantes, situándose a una altitud de 1.120 metros sobre el nivel del mar. Y, a su vez dentro de él, nos encontramos con el caserío de Cuevas Minadas.
Del casco urbano de Lebrancón destaca su Plaza Mayor con dos antiquísimos olmos y una fuente pública de la que mana abundante agua. La Iglesia parroquial queda por encima de la plaza y a ella se asciende por una amplia escalinata con torre espadaña orientada al oeste. Su construcción debió terminar en torno al año 1539, como se indica tallado en una de sus piedras. De su interior destacar que tiene una sola nave, cuya cobertura esta decorada con arabescos policromados y un interesante retablo mayor de estilo barroco e imagen escultórica de la Virgen de la Asunción que data del siglo XVIII.
En las afueras del pueblo destacar la ermita dedicada a la Virgen de la Soledad y el paraje de la Herrería, de bonito paisaje, y una tranquilidad que recarga las pilas de cualquiera que por aquí quiera perderse.
Lebrancón celebraba sus fiestas el día del Corpus, pero como muchos otros pueblos, estas fiestas han sido trasladadas en su celebración, junto a las festividades de la Asunción y San Roque a los días céntricos del mes de agosto.
Sin olvidar la mención arriba realizada del caserío de Cuevas Minadas que se encuentra dentro del término municipal de Lebrancón, decir del mismo que hoy es una finca particular sin habitantes, abandonada. Este caserío perteneció en la antigüedad a los obispos de Sigüenza, pasando posteriormente a ser propiedad de la familia de3 los López-Pelegrín. En el todavía quedan restos de un viejo castillo en cuyas inmediaciones surgió un pequeño núcleo de población en las inmediaciones del siglo XII.
Torete
Al Oeste de lo que es el núcleo urbano de Corduente, nos encontramos con el municipio de Torete, situado en la margen derecha del Río Gallo, más debajo de la confluencia del Gallo con el Bullones, a 966 metros sobre el nivel del mar, integrado dentro de la sexma del Sabinar e integrado dentro del Parque Natural del Alto Tajo. Poseía Torete una población de 58 vecinos censados, allá por los 90, los que previsiblemente hoy se habrán visto reducidos. Integrado dentro de su territorio la villa de Torrecilla del Pinar.
La especial singularidad de todos estos pueblos es el cauce del Río Gallo que les une en su discurrir y les otorga unas características comunes a todos ellos. Así la existencia de infinidad de pequeños huertos en su ribera, ha caracterizado, desde antiguo, la economía de toda esta zona. Hoy el turismo hace que sobreviva la zona, ampliamente visitada por excursionistas y pescadores.
En sus calles posee el pueblo típicas casonas molinesas, de tres plantas alguna de ellas. Una hermosa fuente pública construida en sillar y con abrevadero para el ganado. Una magnífica Iglesia, una de las más modernas y curiosas de la comarca, con un retablo mayor en la que a falta de imágenes religiosas aparece una sabina de tres brazos, llevada allí desde el paraje denominado “Barranco del ahorcado”.
Pero si algo tiene de destacable, aparte de lo ya mencionado, es su entorno paisajístico, abrupto, con infinidad de especies arbóreas (Pino silvestre, Roble, Sabina…) que se entremezclan acompañando al Río hasta su unión con el Tajo en el lugar conocido como “las Juntas”, bajo el Puente de San Pedro. Discurre el Río entre escarpadas moles de piedra del periodo Cretácico, rodeadas de inmensos e intensos pinares entre los que destacan los cerros del Castillo, el Castaño y el Picón de los Burros y una necrópolis ubicada en un bucólico rincón que permanece aún sin estudiar.
De sus fiestas populares destacar que se celebran el 15 de agosto en honor a la Asunción de la Virgen
Y para terminar con esta aldea, hacer mención de Torrecilla del Pinar, integrada hoy dentro de su territorio, y que se trata de un antiquísimo poblado con categoría de villa, cuyas viviendas se encuentran hoy malamente conservadas entre pinares. Esta villa perteneció históricamente a Cobeta. Es lugar de difícil acceso y en el que solo cabe destacar que aun se mantiene el pie su sencilla iglesia, encima de unos enormes peñascos.
Ventosa
Y para terminar con este extenso recorrido por el territorio de Corduente y de la Sexma del Sabinar, nos encontramos con Ventosa, enclavada en el centro del territorio y que a su vez tiene como enclaves anexos los otrora municipios de Teroleja, Terraza y Valsalobre, todos ellos al este de Ventosa. Su altitud alcanza los 1.040 metros, sobre el nivel del mar, su población las 12 almas y se distancia en 140 Km de la capital, Guadalajara.
Del pueblo de Ventosa merece hacer mención de su Ayuntamiento, vistoso y elegante, obra de reciente construcción, a mediados del siglo XX, y cuya silueta domina la plazuela en la que asimismo encontramos una moderna fuente pública., con grifo. Esta plaza está dedicada a D. Angel Pradel, hijo predilecto de la villa. En cuanto a su iglesia parroquial esta situada a las afueras y de ella destacar su torre de forma piramidal orientada al oeste, con características románicas.
De su perímetro mencionar el denominado Cerro Coronado, con resto de un antiguo castro celtíbero, con gruesos muros defensivos, perteneciente a la edad de hierro.
Celebra Ventosa sus fiestas patronales en honor a San Pascual Bailón el día 17 de mayo y siguientes.
Pero, al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, y de justicia y derecho es decir que al territorio de este pueblo pertenece el Barranco de la Hoz, uno de los paisajes más espectaculares y llamativos de la provincia de Guadalajara, su hospedería y ermita dedicada a la Virgen de la Hoz, patrona del Señorío. Dice la leyenda que un pastor de vacas de Ventosa, allá por el siglo XII, perdió una de sus reses y anduvo buscándola durante todo el día hasta que cayó la noche y se encontró perdido en la Hoz del Gallo, al rato vio una luz salir de entre unos riscos, y se acercó a ella y encontró la imagen de la Virgen. Tras varias deliberaciones la imagen fue trasladada a Molina, e instalada en su Iglesia mayor. Al día siguiente la imagen había desaparecido de su altar y volvió a aparecer en el Barranco. Esto ocurrió dos o tres veces hasta que se decidió construir un santuario en el barranco, lugar de peregrinación de muchos pueblos de la zona. El edificio del templo es del siglo XV, se encuentra incrustado en una enorme roca, y su interior es sencillo, de una sola nave y la talla románica de la Virgen de la Hoz, del siglo XII, que lo preside. Pero lejos del interés artístico que poseen sus edificios, lo más destacable del barranco son sus impresionantes moles de roca que forman curiosas figuras que configuran una especie de “Ciudad Encantada” y un angosto desfiladero, por el que discurren las aguas del Gallo, un espectáculo para la vista y un estupendo lugar para la pesca de la trucha y el cangrejo.
Y, para concluir, mencionar la existencia de otras tres entidades menores al este de Ventosa: Teroleja, Terraza y Valsalobre.
Teroleja se halla en un altozano a una altitud de 1.131 metros, prácticamente despoblada (dos habitantes en 1988). Su Iglesia parroquial es la joya de Teroleja, de estilo románico, en su exterior e interior, y pequeña torre espadaña orientada a poniente, portada con arquivoltas y capiteles con adorno vegetal. El atrio orientado al sur con arco de acceso es obra posterior del siglo XVIII. De su entorno destacar el castro celtíbero conocido por el Alto de la Torre.
En cuanto a Terraza poco se puede decir, solamente que se trata de un caserío perteneciente al distrito de Valsalobre, situado en una explanada en el margen derecho del Río Gallo, y en el que tenían buena fama sus viñedos. Actualmente se encuentra despoblado. Desde hace siglos el Caserío pertenece a la familia de los Arias. De su interior destaca su Iglesia de estructura románica y torre orientada a poniente. De sus alrededores merecen mención varios restos celtíberos.
Y como punto y final a este extenso recorrido, nos encontramos con el fantasmagórico lugar de Valsalobre, también prácticamente despoblado. Sus viviendas aparecen en una penosa situación de ruina y abandono, sólo el campanario de su Iglesia se mantiene destacando por encima de todas los demás edificios.
C.H.Reyes